“Comienza, que no tenemos mucho tiempo”, le ordenaron después de
darle un bisturí. “Puse mi mano izquierda sobre su pecho y comencé a
cortar. (…) La sangre brotó”.
“Desde que empecé a cortar se puso a gritar pidiéndonos que no lo
destrocemos, que no lo matemos, y luego perdió conocimiento. No sé si se
desmayó o estaba ya muerto, pues yo no era el mismo”. (máis...)